Columna publicada en Pulso Capital.
Los modelos de suscripción ya son el presente en los medios digitales y startups de contenidos. Lo vemos en plataformas como Netflix y Spotify y en periódicos como el New York Times. No es extraño que Twitter siga esta hoja de ruta.
Si tomamos de ejemplo a Spotify la plataforma que transformó la industria musical, actualmente tienen 433 millones de usuarios activos de los cuales, 188 millones son premium. Es decir, 43.4% del total de usuarios aportan de manera anual a la empresa un promedio $47 dólares.
Twitter podría desarrollar una estrategia de negocio similar: conseguir que los usuarios de su servicio gratuito (que hoy conforman prácticamente el 100% de su base) prueben algunas características de sus funciones premium para luego convencerlos de saltar a la versión de pago.
Siguiendo la comparativa, en 2021 Spotify tuvo una distribución de ingresos de la siguiente forma:
Publicidad: 12% de los ingresos, 5% del beneficio bruto y margen del 10%.
Suscripciones: 88% de los ingresos, 95% del beneficio bruto y margen del 29%.
Es innegable que, llegando a cierto porcentaje, los costos de adquisición de usuarios (CAC por sus siglas en inglés) tienden a incrementarse. Sin embargo, aun considerando lo anterior, los datos evidencian que la suscripción es un modelo más rentable y escalable que la publicidad.
Por todos los beneficios que una solución como Twitter Blue ofrece y que ahora además integraría el «check» de verificación, USD$96 parece ser un precio razonable.
¿Qué es Twitter Blue? es el nombre bajo el cual la plataforma ha intentado (sin éxito) ofrecer un paquete de funcionalidades premium en algunos mercados seleccionados: experiencia sin publicidad, resumen de artículos principales, opciones de personalización del feed, deshacer tuits, modo lectura de hilos y acceso anticipado a nuevas funcionalidades.
Si Twitter en un plazo menor a 36 meses logra que el 20% de todos sus usuarios pasen a ser de pago, literalmente estaría duplicando su revenue actual. Suena a misión imposible, pero en el mundo en el que vivimos, lo que menos esperamos es lo que sucede.