En MS-DOS, como en UNIX, como en VMS, las aplicaciones se instalaban en un directorio, en el que uno colocaba todos los ejecutables, librerías, archivos de configuración, ficheros de datos, etc. que necesitara el programa para su funcionamiento. Esta metodología era bastante limpia porque permitía tener todo lo necesario en un único lugar del disco. MS-DOS era monousuario y monotarea, es decir, no había más que un usuario en el sistema (más bien el concepto de usuario no existía) y sólo podía ejecutar una aplicación en cada momento. Por tanto sólo había una configración posible, y bastaba con guardar la configuración en un archivo dentro del mismo directorio del programa. Si además la aplicación generaba documentos, como sucede por ejemplo con un procesador de texto, éstos podían guardarse en el mismo directorio también o, mejor, en otro diferente, lo que facilitaba la realización de copias de seguridad.