El titulo de esta nota replica una idea y tendencia que ha ido en crecimiento en la opinión de Millenials y jóvenes de la generación Z. En mi caso la Universidad si me ha servido para un par de cosas:
- Camaradería: tuve buenos amigos y colegas que hasta la fecha sigo apreciando. Saludos a Diego, Hector, Byron, Emily, Eva… les recuerdo con cariño!
- Constancia y perseverancia: Soy Ingeniero Industrial graduado de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). Era la carrera más cercana a lo que buscaba hacer en mi vida (tiene que ver con números, negocios y procesos) y la universidad a la que mis posibilidades económicas en ese momento me permitían. Y aunque al final de Ingeniería aprendí bien poco, al ser una Universidad con tan malos procesos graduarme fue todo un reto que me enseño a ser paciente, a enfocarme en el servicio al cliente para que al menos en mi trabajo, las personas no sufrieran mala atención de mi parte como yo si la sufrí. Debo reconocer también que si hubieron buenas personas (se que esto resta el drama pero es la verdad), personas que amaban su trabajo y que aún estando en medio de una organización llena de burocracia se enfocaban en apoyar a los jóvenes estudiantes para que no desistieramos de seguir en nuestros sueños. Aquí recuerdo a César Aku, Murphy Paiz, Aida Almazan, entre otros.
- Desear ser profesor: Tuve tantos profesores malos (y por cierto no puedo negar que algunos impresionantemente buenos que los puedo mencionar con los dedos de una mano: Ing. Sergio Torres, Ing. Cecilio Baeza, Inga. Gladys Carles, Ing. Mario Rousselin entre otros) situación que me llevo a pensar que en algún punto de mi vida debería ser profesor (como carrera de tiempo completo) porque me resultaba indignante recibir «clases» donde lo único que recibía era la letanía de alguien que leía un libro o alguna presentación con mal diseño. Gracias a Dios por los pocos buenos profesores que siguen en el mundo. Son una especie en peligro y hay que cuidarlos!
- Criterio para resolver problemas: Siendo Ingeniero recibí muchos cursos relacionados con matemáticas, física, química, termodinámica, entre otros, es decir, mucha formación en números. Esto hoy me ha sido útil para tener una mente orientada a resolver problemas. Un punto a favor de la Ingeniería en general 😉
Ahora bien, en mi vida como profesional es extraño reconocer que la mayor parte de lo que hago ahora lo he aprendido por «mi cuenta». En cursos online, en blogs, en plataformas como Platzi, edX, Hubspot o Coursera. Sin querer sonar pretencioso sospecho que todas las semanas estoy aprendiendo cosas nuevas porque me gusta leer. Y es que a las universidades les ha costado mucho acoplarse a las nuevas necesidades profesionales. Aún no veo carreras en mi país o región que estén formando a personas en lo que yo hago, en mi trabajo. Soy más o menos un Científico de Datos, soy como un Coach especializado en estrategia y audiencias digitales pero si alguien me pregunta que estudiar para hacer lo que específicamente yo hago… no tendría una universidad como respuesta. Volviendo a la parte de auto aprendizaje, la lectura, cursos online y formación con colegas, finalmente no es lo que más me ha apoyado en mi trabajo. Realmente lo que me ha ayudado han sido las desafortunadamente mal traducidas «Soft Skills».
Las destrezas blandas
En una publicación realizada el 15 de Febrero de 2017 en LinkedIn Carlos Rodriguez Director de Proyectos Estratégicos de la Universidad Latina de Costa Rica comentaba que:
Investigaciones desarrolladas por la Universidad de Harvard, la Fundación Carnegie y el Centro de Investigación de Stanford han concluido que “el 85% del éxito en el trabajo proviene de tener destrezas blandas (…) y sólo el 15% del éxito laboral proviene de habilidades y conocimientos técnicos.” (National Soft Skills Association, 2016).
Ese dato es muy impactante porque ese 15% es igual a Universidad y el restante 85% son habilidades que se aprenden en el hogar, en la calle, en el trabajo, en la vida y en las situaciones difíciles.
Comento todo esto porque hoy leyendo una nota relacionada con la realidad en mi país (El caso de Analy Keller), una persona que por sus grandes habilidades blandas (Trabajo en Equipo, Resiliencia, Proactividad, Honestidad, Responsabilidad, Creatividad, Comunicación entre otras) opto a una posición en una institución pública donde se dio una tragedia y ahora esta persona esta en la cárcel aún cuando en un juicio no se ha demostrado que es culpable.
Mucha gente en sus argumentos afirma que ella no estaba capacitada para la posición porque no tenia la carrera universitaria acorde a las funciones que desempeñaba […?]. Y aquí es donde todo se vuelve una ironía: la Universidad y los conocimientos técnicos son solo el 15% de lo que hacemos en un trabajo, el 85% se construye en otros aspectos que lamentablemente no suelen certificarse. Es decir, bajo ninguna circunstancia lógica en el mundo en el que hoy vivimos alguien puede decir que por carecer de un titulo universitario o por tener uno distinto al que se esperaría en cierto rol laboral una persona no este capacitada para una posición. Es absurdo.
Los buenos profesionales
Así que creo firmemente en la afirmación que hace Howard Gardner cuando dice «Una mala persona no llega nunca a ser un buen profesional« y cambiando el enfoque podríamos también decir «Una buena persona puede llegar a ser un excelente profesional aún sin pasar por la universidad y sin el reconocimiento de la sociedad».
En esta nota hago un reconocimiento no solicitado a mis padres, quienes sin pasar por la «U» y la escuela me enseñaron tanto de la vida. De ellos aprendí que la única forma de crecer es trabajar duro, ser agradecido y compartir con los demás. Gracias mis queridos Eduardo y Betty.