En 1930, en un discurso titulado «Las posibilidades económicas de nuestros nietos» el economista John Maynard Keynes hizo una famosa predicción: antes de un siglo, gracias al aumento de la riqueza y al avance de la tecnología, nadie tendría que trabajar más de quince horas a la semana.
El problema sería cómo llenar todo ese tiempo de ocio que se desplegaría ante nosotros sin volvernos locos.
«Por primera vez desde su creación – sostuvo Keynes ante su audiencia -, el hombre se enfrentará al que es su problema real y permanente: cómo utilizar su libertad respecto a las preocupaciones económicas más apremiantes.
Pero Keynes se equivocaba.
Resulta que cuando alguien gana suficiente dinero como para satisfacer sus necesidades, genera nuevas necesidades y descubre nuevos estilos de vida a los que aspirar; nunca logra tener más que el vecino, porque, en cuanto está a punto e conseguirlo, encuentra a un vecino distinto, y mejor, al que tratar de ponerse a la par.
Como consecuencia, cada vez trabaja más horas, y estar liado se convierte en un emblema de prestigio.
Lo que, por supuesto, es del todo absurdo: durante gran parte de la historia, la gracia de ser rico era que no tenías que trabajar tanto.
Jornada laboral de 3 horas al día
Todo el texto con el que inicia esta entrada (antes del subtitulo) lo he tomado del libro «cuatro mil semanas» de Oliver Burkeman. Un libro que está transformando mi percepción sobre el concepto del tiempo.
Tan pronto inicié la lectura, caí en cuenta de distintos errores en mi «gestión del tiempo». El primero era que antes veía el tiempo como un recurso y expresaba ideas que iban en la línea de «no tengo tiempo» o «ahora sí tengo más tiempo» o el típico «necesito más tiempo». Lo cierto es que el tiempo en sí mismo no es un recurso que podamos utilizar como el dinero o la comida. Simplemente no lo podemos controlar, no le podemos dar ordenes al futuro, pero sí que podemos actuar para tener cierta influencia sobre él y que se aproxime a lo que deseamos.
Debo reconocer que conozco poco de Keynes, a duras penas por algunas referencias en libros de economía e historia que he leído. Pero siempre he tenido la percepción que fue alguien muy intelectual. Así que por un lado me sorprendieron sus afirmaciones plasmadas en el libro de Burkeman, aunque por otro lado, justamente porque conocí una pequeña parte de como concebía la vida, no me extraña que para el, un futuro ideal era aquel donde el principal debate sería sobre como ocupar «nuestro tiempo».
Ciertamente la redacción de este articulo es una evidencia de que estoy modificando algunas percepciones que tengo sobre mis intenciones de cómo gestionar el tiempo del que dispongo. Ya que suelo comentarle a mi esposa que una de las cosas que lamento algunas semanas es no escribir mas o no documentar mas distintos temas y vivencias que voy teniendo en los ámbitos de trabajo en los que me desempeño.
El tema del tiempo dedicado al trabajo sin duda es un debate que seguirá mientras continuemos nuestra existencia como humanidad. A mí en general no me pesa realizar la actividad con la que me gano la vida. Es algo muy estimulante y satisfactorio. Sin embargo, últimamente he decidido darle más espacio a otro tipo de actividades en ámbitos como la lectura, emprendimiento, social y familiar, sabiendo que sin duda eso puede mermar un poco mi actividad profesional e ingresos, pero dejando una experiencia satisfactoria que compensa la decisión.
No me hace mucho sentido (en este momento) la idea de una «semana laboral de 4 horas» promovida por Tim Ferris, sin embargo, creo que con la tecnología y un correcto enfoque sobre lo que significa «gestión del tiempo» que no es hacer el máximo de actividades en las horas destinadas al trabajo, sino solo aquello que realmente es importante, si es posible tener una jornada laboral de 3 horas, para enfrentar el reto de como vivir adecuadamente el resto de tiempo que Dios decide regalarnos en cada día.