Cualquier persona que quiera contratarte, comprar tus servicios, recomendarte, votar por ti o hacer lo que tu quieras que haga, va a preguntarse si tu eres la mejor opción del mundo: mejor, para ella, en este momento, con base en lo que cree y en lo que sabe, y del mundo, su propio mundo, el mundo al cual esa persona tiene acceso.
De modo que si estoy buscando un editor de textos a destajo, quiero el mejor en mi idioma, que esté disponible y que pueda trabajar conmigo al precio que yo puedo pagar. Eso es mi mejor del mundo. Si quiero un médico para tratar mi hernia, quiero al mejor del mundo porque me lo han recomendado mis amigos o colegas y porque se ajusta a mi idea sobre qué es un excelente médico. Eso, y también que viva en mi ciudad y disponga de tiempo para atenderme. Por consiguiente, mundo es un término bastante flexible.
El mercado masivo está agonizando. Ya no hay una mejor canción ni un mejor tipo de café. En la actualidad hay un millón de micromercados, pero cada uno de ellos sigue teniendo un mejor. Si tu micromercado es el de «mercados de seguros de automóvil en Cancún, México» pues ése es tu mundo. Ser el mejor en ese mundo es estar en donde se debe estar.